Cuando nos compramos una casa nos imaginamos viviendo en ella durante el presente o futuro a medio plazo, no pensamos en cómo será vivir allí a largo plazo, en definitiva no pensamos en qué pasará cuando nos hagamos mayores.
Por eso hay casas antiguas que no tienen un sistema de calefacción, un cuarto de baño completo en la parte baja de la vivienda o el mismo es muy estrecho para que una persona con dificultades de movilidad se pueda manejar.
Da un poco de miedo imaginarnos de ancianos y por eso es cuando se va llegando a una edad cuando descubrimos nuevas necesidades en nuestra casa. En esos momentos nos damos cuenta de que hay que hacer reformas. Para ello tenemos empresas especializadas en los llamados hogares accesibles que no sólo son elementos preparados para minusválidos sino que también se aplican a personas mayores.
Y es que cuando vemos que nuestros padres están mayores y no pueden acceder a un baño como se merecen porque no son capaces de pasar la pierna por encima de la bañera se nos cae el alma. Un simple plato de ducha facilita la labor, pero también es importante que tengan una cierta autonomía siempre que sea posible y esto es posible con algo tan simple como barras apoyaderas.
La autonomía es algo muy significativo cuando se llega a cierta edad y debemos proporcionar los medios necesarios para cuidarla. Si preparamos la vivienda para la tercera edad todos seremos más felices, las personas con dificultad y nosotros al verles.
Así que ya sabéis comprar una casa pensando en el futuro o reformar la actual, pero lo importante es que todo el que pase por ella puede disfrutarla con autonomía y tranquilidad.
